Con v de vuelta,
por Alejandra Avilés
Hace tres años que ya no vivía en Sonora, estuve en navidad y para esas fechas decidieron pintar las paredes, para ello descolgaron todos los cuadros. Entonces lo vi ahí y descubrí algo diferente en el diploma de mi tía Graciela. Me acerqué para mirarlo detenidamente y me di cuenta de que nada correspondía con su fotografía.
“Tu nana* le pegó una foto de tu tía, ¿no te habías dado cuenta? Antes que a ti, ya le había llamado la atención a Jorge Luis Félix, un primo que trabajaba en una mina y hablaba inglés. Él nos explicó que ese papel era dinero. También supimos por él, que esa mina ya no existe y que aunque existiera, no podríamos cambiarlo, porque una de las cláusulas para hacer valer estos papeles es que no tengan pegaduras ni rayaduras.”
Se trata de un certificado original en el que se reconoce que Miguel F. Duarte es “dueño” de 10,000 acciones del capital social de la Gold Coin Meza Mexican Mining Co., fue firmado y estampado el 11 de mayo de 1903 en Ónavas*, Sonora. Miguel era el abuelo del padre de mi abuela, Miguel. El documento estaba en una caja repleta de papeles a los que nunca se prestó atención, salvo mi abuela que guardó uno de esos papeles durante años porque le gustaban los dibujos.
No se sabe cuándo decidió pegar la imagen de su hija sobre el logotipo de la Gold Coin Meza Mexican Mining Co. De esa manera, surgió una nueva imagen, la que parece un reconocimiento legal o institucional. Debía enmarcarlo, pero en el pueblo no había marqueros. Viajó hasta la ciudad para hacerlo, esto me hizo pensar que su intención de hacerlo parecer un diploma era bastante seria.
Mi abuela llevó una vida convencional, quizás por eso me llamó la atención la radicalidad del gesto: intervenir un documento legal para darle “forma” a un deseo personal.
Me tomó 26 años “ver” realmente el documento, ahora me pregunto ¿si los peatones que pasen por la calle Praga de la ciudad de México verán un diploma o un certificado de acciones?
En la vitrina de la galería Arredondo / Arozarena estará “expuesto” el documento original que fue desmontado del marco y se presentarán las partes que lo componen dentro de la estructura de la vitrina que reproduce el orden del propio enmarcado. Después de que el vidrio de la vitrina reemplace al original durante la exhibición, la imagen volverá a Sonora.
Cuando pregunté si podía usar el diploma para una exposición, me dijeron que sí, pero “con v de vuelta”*. La frase hace referencia al trayecto de lo que “pertenece”, pero también a la promesa que subyace en la inversión: el viaje de ida y vuelta, el regreso esperado de lo económico, lo simbólico y lo afectivo que porta el objeto o la persona en la que se invierte.